LAS AMIGAS DE ÀGATA. "Les amigues de l'Àgata" 2014, Laura Rius, Laia Alabart, Alba Cros, Marta Verheyen

Película realizada como trabajo de final de carrera de cuatro alumnas de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, lo cual equivale a decir que el capital humano supera al económico y que predominan las ganas sobre la experiencia. Las amigas de Àgata cuenta con un presupuesto de apenas 3.000 euros obtenidos por crowdfunding, y un equipo integrado por estudiantes de Comunicación Audiovisual al frente de los que se sitúan Laura Rius, Laia Alabart, Alba Cros y Marta Verheyen. Ellas escriben, dirigen y se encargan de manejar las cámaras en este retrato cotidiano e intimista de cuatro chicas que se conocen desde el colegio y que irán viendo cómo su relación se transforma con el paso del tiempo.

El guion se desarrolla mediante una sucesión de momentos que parecen cogidos al azar, como si se tratara de un cuadro impresionista en el que la inmediatez y la soltura de las pinceladas definen el conjunto. Por eso, en lugar de trazar una línea argumental precisa, existe una suma de fragmentos que cobran sentido vistos en perspectiva. Son escenas que muestran las vivencias de las protagonistas, sus salidas nocturnas, conversaciones, paseos... todo filmado con abundancia de planos cortos que capturan las reacciones de los personajes, en especial el de Àgata, interpretado con destreza por Elena Martín en su primer papel para el cine. Ella sostiene la mayoría de las veces el punto de vista, lo que dota a la película del extrañamiento y la contemplación introspectiva que siente su personaje.

La principal virtud de Las amigas de Àgata es que, bajo la apariencia de cine minimalista y de guerrilla, hay numerosas temas en los que el público se puede ver reflejado: las incertidumbres propias de la juventud, las relaciones y los conflictos entre el individuo y el grupo. Un ecosistema de personas que trasciende lo femenino gracias a la cercanía y frescura que aplican las directoras, con un lenguaje visual muy directo, de imágenes filmadas con luz natural y encuadres que se corrigen sobre la marcha. Buscan un aire de improvisación que, en verdad, responde a un ejercicio calculado de captar el presente de los personajes... algo que solo afecta de manera negativa al sonido, con un acabado deliberadamente sucio. Todas las demás decisiones técnicas adoptadas en el rodaje y la posproducción no hacen sino reforzar el verismo del proyecto, tutelado por Isaki Lacuesta y León Siminiani.

En definitiva, Las amigas de Àgata es un estimulante debut colectivo que funciona como radiografía generacional y como un paisaje de la capital catalana lejos de la postal idílica. En el tercer acto sucede el traslado de las protagonistas a la costa, un cambio de escenario que precipita el desenlace y cierra el significado de esta pequeña obra de apenas setenta minutos que se prolongan en la memoria del espectador. Así, la liviandad va cobrando peso, como suele pasar con las cosas que ganan importancia en el día a día.