LAS MUJERES GATO DE LA LUNA. "Cat-women of the moon" 1953, Arthur Hilton

Dentro de la rica cosecha de películas de serie B que proliferaron en los años cincuenta, uno de los títulos más curiosos y extravagantes es Las mujeres gato de la luna. El argumento no tiene desperdicio: un equipo de científicos se dirige hasta la luna a bordo de un cohete espacial, en cuya cara oculta descubren unas grutas donde es posible respirar. Allí se enfrentan primero a dos arañas gigantes y luego descubren un palacio en el que habita un grupo de mujeres gato, quienes influyen con sus poderes telepáticos en la mente de la única mujer que integra la expedición terrícola. Todo en apenas una hora de duración a cargo de Arthur Hilton, realizador de televisión con amplia experiencia en el montaje (trabajó con Siodmak o Lang, entre otros) y que hizo un par de incursiones en la dirección de cine, con presupuestos muy bajos y en los márgenes de la industria. Si bien su nombre nunca figura en los recuentos de género fantástico o ciencia ficción, su primera película merecería ser tenida en cuenta como ejemplo de libertad creativa y de ejercicio de imaginación que desatiende las exigencias de la razón y la lógica.

Poco más se le puede pedir a este pequeño film, que trata de entretener más que ninguna otra cosa. Y lo consigue: el guion escrito por el propio Hilton se desarrolla con buen ritmo y una pátina de humor (unas veces premeditado y otras veces no) que lo cubre todo, provocando el disfrute desacomplejado. Pero hay más: Las mujeres gato de la luna contiene argumentos que invitan a la reflexión sobre la igualdad de género. Hay una lectura feminista que, al menos hoy, se puede extraer de algunas circunstancias de la trama, como el papel asignado a las mujeres, sus propósitos (viajar a la Tierra y dominar a los hombres) y la manera en que se relacionan, con escenas impagables como la del ritual del baile nocturno. En este sentido, cabe señalar que la música está compuesta nada menos que por Elmer Bernstein, que en aquella época daba sus primeros pasos como creador de bandas sonoras. Los demás componentes de la película se definen por la precariedad: el diseño artístico, los efectos especiales, la fotografía (con imágenes en un rudimentario 3D) y las interpretaciones de los actores, entre los que se encuentra Marie Windsor, una habitual de la serie B.

La paradoja de este tipo de cine es que las carencias no van en detrimento la película, al contrario. Tiñen el conjunto de un encanto muy especial que contagia al espectador que sabe lo que va a ver. El resto del público corre el riesgo de no entender nada y de no poder entrar en la divertida propuesta que ofrece Las mujeres gato de la luna, una invitación a saborear las mieles de ese otro cine situado en el polo opuesto del mainstream.