PARÍS, DISTRITO 13. "Les Olympiades" 2021, Jacques Audiard

A lo largo de su carrera, Jacques Audiard ha adaptado al cine diversas novelas. Pero no es hasta París, distrito 13 que emplea como material de origen el cómic, en este caso dos historias de Adrian Tomine extraídas de su obra Intrusos (Killing and Dying, 2015). Se trata de narraciones que cuestionan las relaciones personales en el ecosistema digital del presente, cuentos acerca de la facilidad para establecer contactos y la dificultad para afianzar parejas. El guion, escrito a varias manos, despliega de forma fragmentada situaciones de tinte naturalista, poniendo énfasis en los diálogos y en las interacciones de los protagonistas. Por eso, la elección de actores resulta fundamental para que la película funcione: Makita Samba, Noémie Merlant y la debutante Lucie Zhang logran sortear los riesgos de la literalidad mal entendida, gracias a sus interpretaciones creíbles y a su valentía en exponer la piel y los sentimientos.

Otra novedad de París, distrito 13 es que está filmada en blanco y negro. La fotografía de Paul Guilhaume sintetiza los elementos de la imagen y refuerza el contraste para que la atención se fije en lo esencial: los personajes y los escenarios urbanos en los que se mueven. La capital francesa no aparece tan idealizada como suele ser común, privada de referencias históricas y monumentos, si bien la monocromía implica ya de base una estilización de la realidad. Es un gesto manierista impulsado por recursos visuales (ralentizados, pantalla partida, movimientos de cámara) que ilustran la mirada del director, siempre expresiva. Audiard demuestra ser un cineasta atento a los detalles que a veces cede al capricho (el desorden cronológico no tiene mucha justificación) y a veces exhibe lucidez a la hora de fijar el tono del relato.

En suma, París, distrito 13 es una exploración de ciertos problemas contemporáneos que afectan al ser humano, representado en tres individuos particulares. Esta voluntad de ir de lo general a lo concreto queda clara desde el inicio, con un plano que sobrevuela los edificios del distrito mencionado en el título, hasta detenerse en una ventana que se podría asemejar a una viñeta de cómic. Jacques Audiard sabe traducir muy bien el universo de Adrian Tomine, trasladando la acción de los Estados Unidos a París, mediante escenas que congregan lo intelectual y lo sensual, el verbo y el silencio, la gloria y la derrota de estos tiempos inciertos que nos ha tocado vivir.