Anna Karenina. 1948, Julien Duvivier

Más allá de si se trata de una buena o mala adaptación de la novela de León Tolstoi, la versión que hizo Julien Duvivier en 1948 de "Anna Karenina" es una película de impecable factura técnica que contiene aciertos a tener en cuenta. Duvivier tenía experiencia como actor, productor, guionista y director, facetas que supo manejar con soltura en ambiciosos proyectos como éste.
Al igual que en el original literario, la película traza un retrato pormenorizado de la alta sociedad rusa del siglo XIX. Duvivier otorga protagonismo al trasfondo social de la historia, permitiendo que los personajes se confundan con el escenario y viceversa. Para ello no se escatiman medios: la recreación de ambientes es esmerada, el diseño de vestuario y decorados, un derroche de inspiración.
Vivien Leigh recoge el testigo de Greta Garbo dando vida a un personaje con vocación de perdurabilidad. Para cualquier actriz, "Anna Karenina" supone el reto de materializar a una figura universal, algo que Leigh resuelve con la solvencia adquirida en el teatro y con ciertas dosis de Escarlata O´Hara que se resiste a abandonar. Blanche DuBois está cerca y, en cierto modo, esta Anna Karenina supone el tránsito entre los dos personajes.
La puesta en escena imprime energía y ahuyenta las exigencias literarias del film, en favor de una narración puramente cinematográfica. Esto sucede al menos durante la primera parte del metraje, no así en la segunda. Por evitar hacer una película demasiado densa, Duvivier aligera la trama dando bruscos saltos en el relato, lo que provoca ciertas incoherencias y una sensación de premura que enturbia el resultado final. Para colmo, el desenlace de la muerte de la protagonista se ve vulgarizado con la inclusión de la voz en off del personaje. Como si las imágenes bellamente filmadas fueran insuficientes, o no confiase en la intuición del espectador, Duvivier permite que el cine sea devorado por la literatura entorpeciendo una película que pudo haber sido mejor. Pero que también, es justo reconocerlo, pudo haber sido mucho peor. En definitiva, "Anna Karenina" es una interpretación correcta y respetuosa de la obra de Tolstoi, dos características que resultan a la vez su mayor virtud y su mayor defecto.
Las comparaciones son odiosas, pero también inevitables. En el siguiente vídeo pueden cotejarse las versiones que Clarence Brown y Julien Duvivier hicieron de "Ana Karenina", o lo que es igual, las miradas contrapuestas de dos mitos del cine: Greta Garbo y Vivien Leigh.