Synecdoche, New York. 2008, Charlie Kaufman

Después de haberse convertido en uno de los guionistas más originales y reconocibles de los últimos tiempos, Charlie Kaufman debutó en el año 2008 como director con "Synecdoche, New York", un compendio de las obsesiones expuestas en sus anteriores trabajos. Como si se tratase de un inventario, aquí podemos encontrar la crisis de identidad de "Cómo ser John Malkovich", los dilemas de la creación de "El ladrón de orquídeas", o la imposibilidad del ideal romántico de "¡Olvídate de mí!" Todo ello elevado a la enésima potencia.
"Synecdoche, New York" comprime el particular universo de Kaufman poniendo a prueba al espectador. El juego entre el sueño y la vigilia, entre la realidad y su representación se vuelve aquí filigrana, a través de la historia de un director teatral que trata de poner en escena su vida cuando ésta amenaza con acabarse. El guión funciona como una sucesión de cajas chinas que se van abriendo a medida que avanza la acción, pero en sentido inverso: de la caja más pequeña se accede a otra más grande, y así hasta completar un paisaje laberíntico que logra hacer del visionado un ejercicio estimulante.
Se trata, por lo tanto, de una película exigente, que requiere la implicación del público. Kaufman no lo pone fácil, la negrura y el desasosiego están presentes durante todo el metraje. "Synecdoche, New York" es una oda a la melancolía, con una lectura pesimista de la condición humana que se ve aliviada por el característico humor negro del autor. Al final hay espacio para el consuelo: Kaufman le presta un hombro a sus personajes y deja traslucir cierto mensaje positivo en el desenlace. Pero que nadie espere concesiones ni finales made in Hollywood, la sensación después de haber visto "Synecdoche, New York" es la de haber recibido un puñetazo a cámara lenta. Esto explica, en parte, la escasa acogida que tuvo la película en su momento, o el hecho de que en algunos países como España ni siquiera conociese un estreno comercial. Resulta triste, porque todo lo que el film exige del espectador lo devuelve con creces.
El riesgo que asume Charlie Kaufman con esta película es el de mezclar intimidad con gigantismo, sentimiento con ambición. Y sale bien parado de la prueba: "Synecdoche, New York" alcanza cotas de sensibilidad gracias a la partitura de Jon Brion y a la esforzada labor de sus actores, un amplio reparto de mujeres como Catherine Keener, Michelle Williams, Dianne Wiest o Emily Watson, en torno a un inspiradísimo Philip Seymour Hoffman. El contraste se produce con el mastodóntico diseño de producción o con la exuberancia del argumento, siempre turbador y siempre al borde del exceso.
El resultado puede fascinar a unos y desconcertar a otros, esa es la apuesta de "Synecdoche, New York". Una película que mantiene viva la llama del riesgo, una experiencia que trasciende los márgenes del cine hasta horadar la cabeza de los espectadores dispuestos a participar en su juego.
A continuación, "Little person", una de las bonitas canciones compuestas por Jon Brion e interpretadas por Deanna Storey que suenan en la película. Relájense y disfruten: