Larga es la noche. "Odd man out" 1947, Carol Reed

Carol Reed será siempre recordado como el director de El tercer hombre, una de las cumbres del cine británico. Sin embargo, su carrera contiene otros hallazgos de igual calibre que le definen como un autor meticuloso e imaginativo, dotado de un gran talento visual. Uno de ellos es Larga es la noche.
El escritor F.L. Green adapta su propia novela en un guión que no da tregua al espectador, concentrando toda la acción en menos de veinticuatro horas de infarto. La historia tiene como trasfondo el conflicto armado en Irlanda del Norte, sin centrarse en cuestiones políticas. Así lo advierte un enunciado al inicio del film, dejando claro que se trata de un relato de sentimientos. Un comando del IRA lleva a cabo un asalto que tiene inesperadas consecuencias: el cabecilla resulta herido y trata de regresar junto a los suyos en medio de una ciudad movilizada para encontrarle. La noche a la que alude el título en español será el escenario por el que transite una variopinta galería de personajes, a cada cual más excéntrico, cruzando sus destinos con el desdichado protagonista al que da vida James Mason.
El actor inglés realiza un verdadero tour de force dramático, de complejidad física y emocional. La mirada de Mason congrega una multitud de sensaciones que van del desconcierto al espanto, del dolor a la entereza, sin necesidad de recurrir al diálogo. Lo mejor que se puede decir de sus compañeros de reparto es que consiguen estar a la altura de semejante exhibición interpretativa. Actores de carácter como Robert Newton y un largo plantel de nombres irlandeses y británicos encarnan a una fauna que reúne borrachos, aprendices de terroristas, párrocos, artistas y toda clase de supervivientes nocturnos.
Todo este paisaje humano necesita un escenario adecuado, algo que Reed logra mediante la representación expresionista de una ciudad lluviosa y en sombras que podría ser Belfast. La desesperación del protagonista encuentra su perfecto envoltorio en las calles abigarradas y llenas de recovecos, donde la incertidumbre toma forma. El director captura con su cámara el ambiente idóneo para que cualquier cosa pueda suceder y termine sucediendo, siempre bajo la amenaza de la fatalidad. Larga es la noche es una película de estética muy cuidada que deposita gran parte de su identidad en la fotografía en blanco y negro de Robert Krasker. Otro tanto puede afirmarse de la banda sonora de William Alwyn, un prodigio sinfónico que consigue transmitir emoción, sensibilidad y tragedia atendiendo al transcurso de la narración.
El genio de Carol Reed se deja ver tanto en las escenas sencillas como en los juegos ópticos, de gran inventiva visual (los delirios de Mason frente al alcohol derramado o los cuadros en movimiento), anticipando algunos de los hallazgos de El tercer hombre (como las persecuciones en penumbra o las angulaciones de cámara para reflejar inestabilidad). En suma, Larga es la noche supone un vigoroso ejercicio de cine que no da tregua al espectador, hipnotizado por el dominio de la puesta en escena de Reed y por el perfecto ensamblaje entre los equipos artístico y técnico. Una película importante que plantea temas importantes, y que vuelve a demostrar que James Mason fue uno de los más destacados actores de la época. De todas las épocas.
A continuación, la obertura que William Alwyn compuso para Larga es la noche. Se trata de una grabación hecha años después con motivo de la restauración del film, siguiendo las partituras originales. No se pudo contar con las antiguas grabaciones de Alwyn puesto que habían quedado destruidas en un incendio. Una vez más, la técnica puesta al servicio del arte. Que lo disfruten: