THE OLD MAN & THE GUN. 2018, David Lowery

Pocos directores en la actualidad resultan tan impredecibles como David Lowery. En su carrera se alternan las películas de autor (A ghost story), las producciones de los grandes estudios (Peter y el dragón) y las series de televisión (Strange angel), sin que exista una aparente solución de continuidad entre ellas. Su quinto largometraje contiene elementos de estas tres disciplinas y los aúna en un emotivo homenaje a la figura de Robert Redford, quien de la misma manera ha congregado en su filmografía los intereses artísticos y comerciales.
The old man & the gun se inspira en las peripecias reales de un atracador de avanzada edad que puso en jaque a las autoridades del país durante siete décadas. La película no describe la biografía del personaje sino que se centra en sus últimos años, cuando siendo un anciano todavía desvalijaba bancos junto a una banda conocida como los talluditos. Tal y como cabe esperar, Lowery tiñe de humor el género de robos y lo mezcla con cierto aire crepuscular que emana del personaje protagonista. No en vano, Redford ha declarado que este es su último papel principal en el cine, lo cual otorga al film un carácter simbólico que atraviesa la pantalla y se clava en la memoria cinéfila del espectador. Es difícil imaginar un cierre más adecuado para una larga trayectoria como la de Redford, algo que queda impreso en cada fotograma y que se transmite en su mirada, sus palabras y sus gestos. The old man & the gun funciona como un tributo al oficio tradicional, a la veteranía y la experiencia, ya sea como cineasta o como asaltador de bancos. Y es que Redford aparece rodeado de nombres venerables que suman años y arrugas a los personajes: Sissy Spacek, Danny Glover, Tom Waits... en contraposición a ellos se encuentra Casey Affleck, el actor fetiche del director, interpretando al agente de policía cuarentañero encargado de dar caza a Redford. 
La película está planteada como un ejercicio de estilo ambientado en los primeros años ochenta, una época que define el acabado visual ideado por Lowery. Las imágenes recrean las texturas y los colores de aquellos tiempos, gracias al buen hacer en la fotografía de Joe Anderson y al cuidado diseño de producción. Hay recursos visuales como determinados barridos de cámara y montajes en paralelo que sitúan el relato en ese periodo en el que Reford reinaba en las pantallas, una sensación reforzada por la música del inevitable Daniel Hart.
Como suele ser habitual en esta clase de relatos, hay un recorrido en paralelo de los dos personajes que se sitúan a ambos lados de la ley. Por un lado está el veterano desarraigado que sonríe mientras comete delitos, y por otro lado está el joven familiar cuyo cumplimiento del deber le provoca frustraciones. Redford y Affleck encarnan las dos caras del mismo espejo y el anhelo mutuo de lo que no poseen, un contraste que otorga profundidad al argumento sin dejar por ello de ser accesible ni de mantener el interés constante. La película está narrada con ritmo y, sobre todo, con actitud, algo que no se puede fingir y que es el resultado de mezclar en proporciones iguales la ironía con la melancolía, gracias al buen pulso de David Lowery y al magisterio de Robert Redford. The old man & the gun es un broche de oro a la altura del homenajeado, y eso ya es decir mucho.