El guionista Guy Trosper actualiza el argumento de Ha nacido una estrella y escribe una versión encubierta, más cándida que su antecesora, que Richard Thorpe dirige con su habitual eficacia. Aunque se trata de un producto destinado a movilizar a la legión de fans de Elvis, El rock de la cárcel mantiene la dignidad durante todo el metraje y contiene algunas escenas memorables, como el número musical que da nombre al film. Las canciones no abundan en la trama y están siempre justificadas dentro de la narración, algo poco habitual en estos casos. Thorpe no se conforma con realizar una simple promoción del artista que tiene entre manos y cuida la evolución dramática y los personajes que rodean al protagonista.
Es evidente que Elvis no es un buen actor, pero incluso sus limitaciones interpretativas se convierten en un aliciente, porque refuerzan el encanto y la ingenuidad propias del carácter de su personaje. Un chico con aspiraciones de éxito cuyo ímpetu le trae problemas y que conoce muchos de los sinsabores que afectaron al mismo Elvis: el origen humilde, el peregrinaje por los despachos de los productores, el despegue en la radio, los contratos abusivos y el engaño del manager... de alguna manera, es como si el cantante estuviese contando su historia disfrazada de ficción, lo cual otorga una resonancia especial a la película.
En conjunto, se puede decir que El rock de la cárcel no posee ningún elemento demasiado llamativo: la fotografía en blanco y negro es algo uniforme y aséptica, la planificación rehúye los alardes y busca la funcionalidad, y los actores no van más allá de la mera corrección. Sin embargo, tampoco hay nada que falle y consigue mantener la atención en todo momento, llegando a proporcionar una sensación gozosa por su estética de los años cincuenta y su sencilla parábola moralista de caídas y ascensos. Los admiradores de Elvis Presley tienen una cita obligada con esta película que contiene material suficiente para alimentar su mitomanía. El resto del público disfrutará también con este entretenimiento delicioso e intrascendente, que alcanza cotas más altas que otras películas de argumento semejante con mucha mayor ambición.
A continuación, Elvis Presley en toda su esencia interpretando Jailhouse Rock, la secuencia musical por la que siempre será recordada esta película. Suban el volumen y prepárense para rugir: