EL ROCK DE LA CÁRCEL. "Jailhouse Rock" 1957, Richard Thorpe

Tercer largometraje elaborado por y para el lucimiento de su estrella principal, Elvis Presley, quien sigue la estela de otros músicos exitosos de la época bifurcando sus pasos en el cine. Una trayectoria que abarca una treintena de títulos entre los que destaca El rock de la cárcel, película que desvela las glorias y las miserias del mundo del espectáculo.

El guionista Guy Trosper actualiza el argumento de Ha nacido una estrella y escribe una versión encubierta, más cándida que su antecesora, que Richard Thorpe dirige con su habitual eficacia. Aunque se trata de un producto destinado a movilizar a la legión de fans de Elvis, El rock de la cárcel mantiene la dignidad durante todo el metraje y contiene algunas escenas memorables, como el número musical que da nombre al film. Las canciones no abundan en la trama y están siempre justificadas dentro de la narración, algo poco habitual en estos casos. Thorpe no se conforma con realizar una simple promoción del artista que tiene entre manos y cuida la evolución dramática y los personajes que rodean al protagonista.

Es evidente que Elvis no es un buen actor, pero incluso sus limitaciones interpretativas se convierten en un aliciente, porque refuerzan el encanto y la ingenuidad propias del carácter de su personaje. Un chico con aspiraciones de éxito cuyo ímpetu le trae problemas y que conoce muchos de los sinsabores que afectaron al mismo Elvis: el origen humilde, el peregrinaje por los despachos de los productores, el despegue en la radio, los contratos abusivos y el engaño del manager... de alguna manera, es como si el cantante estuviese contando su historia disfrazada de ficción, lo cual otorga una resonancia especial a la película.

En conjunto, se puede decir que El rock de la cárcel no posee ningún elemento demasiado llamativo: la fotografía en blanco y negro es algo uniforme y aséptica, la planificación rehúye los alardes y busca la funcionalidad, y los actores no van más allá de la mera corrección. Sin embargo, tampoco hay nada que falle y consigue mantener la atención en todo momento, llegando a proporcionar una sensación gozosa por su estética de los años cincuenta y su sencilla parábola moralista de caídas y ascensos. Los admiradores de Elvis Presley tienen una cita obligada con esta película que contiene material suficiente para alimentar su mitomanía. El resto del público disfrutará también con este entretenimiento delicioso e intrascendente, que alcanza cotas más altas que otras películas de argumento semejante con mucha mayor ambición.

A continuación, Elvis Presley en toda su esencia interpretando Jailhouse Rock, la secuencia musical por la que siempre será recordada esta película. Suban el volumen y prepárense para rugir: