CINCO LOBITOS. 2022, Alauda Ruiz de Azúa

Después de unos años curtiéndose en el cortometraje y la publicidad, Alauda Ruiz de Azúa afronta su primer título en formato largo para seguir desarrollando uno de sus temas predilectos: las relaciones humanas. Cinco lobitos explora el territorio familiar y plantea cuestiones que participan de la discusión pública, como son los cuidados, la conciliación y la brecha generacional, todo pautado por la ficción y el drama costumbrista que pretende fijar el tiempo presente. Hay, por lo tanto, un afán realista fruto de la observación y la experiencia que llena de vida las imágenes de su opera prima, gracias a un guion equilibrado y lleno de situaciones reconocibles, y unos intérpretes capaces de darles verosimilitud.

Los actores son parte esencial y dan personalidad al film, ya que Cinco lobitos es cine de personajes. La directora logra crear perfiles complejos gracias a la labor de Susi Sánchez, Ramón Barea, Mikel Bustamante y Laia Costa, esta última como eje central. Ellos y la bebé que desencadena el relato son los cinco lobitos que deben resolver sus conflictos a través de miradas, gestos y palabras medidas con precisión de cirujanos. La mayoría de las acciones suceden en escenarios domésticos donde la intimidad siempre es violentada por el otro y la autonomía se pone a prueba, dándole a la película un carácter universal que trasciende lo cotidiano.

Para ello, Ruiz de Azúa se vale de planos medios y primeros planos que se adaptan a las condiciones del entorno, buscando la mínima intervención posible y dando libertad a los actores para que evolucionen sus personajes, en favor de la naturalidad. Sin artificio ni alardes técnicos, la directora vizcaína es consciente en todo momento del material sensible que tiene entre manos. Su mayor virtud es mantener el tono para que la balanza de emociones que maneja no se desnivele por exceso ni por defecto, dosificando bien los impulsos que mueven a los personajes. El respeto de Ruiz de Azúa por lo que cuenta queda impreso en la pantalla y se traslada al público, quien tiene opción de tomar partido. Esta es la grandeza de Cinco lobitos: dar herramientas al espectador para que haga suya la historia, empleando como mediadores a un plantel de actores en estado de gracia.