Tanto Sorolla como Irureta debutan en papeles principales y transmiten una desenvoltura que contagia el conjunto, mientras que Suárez aporta veteranía y seguridad. Esta mezcla define el tono de la película, cuyas turbulencias emocionales se mantienen soterradas durante el metraje y no emergen salvo en pequeños detalles y frases de diálogo, de manera austera y siempre contenida. Un equilibrio perfecto que demuestra el buen oficio del director, autor también del guion junto a Bego Aróstegui. Ambos desarrollan una historia de carácter íntimo que busca la credibilidad y la consigue, gracias a una puesta escena sencilla pero muy eficaz que contiene elementos visuales en los que merece la pena detenerse.
La cámara raras veces se despega de Sorolla, captura su singular mirada y evidencia lo ajena que se siente del entorno desenfocando los fondos en los planos de exterior. Para ello, el director de fotografía Santiago Racaj evita la profundidad de campo y selecciona las lentes adecuadas para trasladar la misma sensación de soledad que Franco obtiene desde la planificación, a través del off. Un ejemplo es cuando la protagonista se introduce en un taxi por la noche en estado de consternación e intercambia unas pocas palabras con el conductor, quien nunca llega a mostrarse. El público solo ve el rostro de Sorolla y no recibe el contraplano del taxista, una decisión que materializa el estado de aislamiento. Hay otros recursos de la imagen expresados mediante la composición y los emplazamientos de cámara, nada rebuscados y a la altura de los personajes. Porque La consagración de la primavera es una película profundamente humanista, que emplea con inteligencia las elipsis de tiempo y que elude las obviedades y los clichés dramáticos (la música, las conversaciones explicativas) para hablar al espectador de tú a tú, con honestidad y cercanía. Sin apartarse del drama y del dolor de sus anteriores trabajos, Fernando Franco ha hecho su película más luminosa y amable, más optimista, tal y como se enuncia en el título. Bienvenido sea este soplo de aire fresco en la carrera de un director que siempre tiene cosas que contar.