LAS CINÉPHILAS. 2017, María Álvarez

En su primer largometraje documental, María Álvarez comienza a sentar las bases de sus trabajos posteriores en torno a las personas mayores y su relación con la expresión artística. Tal y como se indica en el título, Las cinéphilas hace referencia a la devoción que sienten por el cine seis mujeres maduras repartidas en tres países distintos: España, Uruguay y Argentina. Este último define la nacionalidad de la directora, quien realiza una película sencilla y cercana, un homenaje al público que asiste a las salas buscando distintas formas de evadir la realidad. Así, una de las mujeres quiere distraerse, otra obtener erudición, otra llenar compulsivamente su tiempo... todas ellas combaten la soledad y se asoman al mundo desde la butaca, con esa mezcla de fascinación y de introspección tan característica de los espectadores entregados a que les cuenten historias mediante imágenes.

El guion escrito por Álvarez sigue a las protagonistas en su día a día saltando de un escenario a otro, sin más orden que el que dicta la narración. Por eso al principio cuesta ubicarse en cada uno de los territorios, hasta que se entiende la intención de unir las afinidades de Las cinéphilas y los puntos en común, en lugar de recalcar sus diferencias. Las ciudades de Madrid, Montevideo y Buenos Aires marcan el devenir cotidiano de las protagonistas en su vínculo de complicidad con la directora, también encargada de llevar la cámara, producir el film y montarlo. Se trata de un proyecto pequeño que se hace grande según avanza y concreta su finalidad: mostrar a una generación de aficionadas que agotan sus últimos años embebidas por el cine, ajenas a las plataformas digitales y a las pantallas pequeñas que les aíslan en el hogar. El hecho de que todas sean mayores y sean mujeres dota al conjunto de una lectura social y política, una vindicación de la vida más allá de los márgenes productivos y un reconocimiento del género como elemento activo que dinamiza los espacios de cultura.

Las cinéphilas contiene menciones a Rossellini, Kurosawa, Truffaut, Malick y otros cineastas, si bien lo importante reside en la experiencia del público, más que en los detalles concretos. Álvarez completa con pequeñas pinceladas un paisaje impresionista que no pretende la excelencia técnica, de hecho, un mejor acabado estético tal vez hubiese aumentado la calidad del resultado... por ejemplo, apenas hay variaciones de luz y de atmósfera en las tres localizaciones internacionales, como si las funciones de las pequeñas cámaras de filmación eliminaran las distinciones geográficas y uniformaran las cualidades del plano. Aquí sí, la austeridad de medios juega en contra del lenguaje visual, aunque en todo lo demás, María Álvarez cumple sus propósitos con creces. Las cinéphilas proporciona el placer de los regalos inesperados y discretos, aquellos que se reciben sin altisonancias ni emociones forzadas y cuyo impacto se amplifica en la memoria.