GHOST WORLD. 2001, Terry Zwigoff

Después de haber obtenido el reconocimiento con un documental en torno a la figura de Robert Crumb, el cineasta Terry Zwigoff emprende su primer largometraje de ficción adaptando a otro de los autores norteamericanos más importantes de cómics, Daniel Clowes. Y lo hace en compañía del propio artista, con quien Zwigoff escribe el guion para trasladar a la pantalla Ghost World, título referencial del tebeo alternativo de los años 90.
La transcripción es perfecta, casi mimética, salvo por ciertos aspectos relacionados con los personajes que en nada traicionan a la obra original. La presencia de Enid gana peso en la trama, debido a que Seymour pasa de secundario episódico a personaje principal. Para entender esto, es necesario explicar que Enid y Rebecca son dos jóvenes que acaban de graduarse y deben replantear sus vidas entre dudas y personajes pintorescos, en una ciudad indeterminada de los Estados Unidos. El término Ghost World se refiere a ese entorno extraño y al mismo tiempo cotidiano que marca el devenir de las chicas, un lugar en el que los ancianos esperan autobuses que no llegan nunca y los coleccionistas de discos engañan su soledad con anuncios en la prensa y viejas canciones. De la misma manera que el dibujo de Clowes es claro y preciso, también Zwigoff emplea una planificación sobria y una puesta en escena sencilla y funcional, que no contiene alardes. Pero sobre todo, lo que define el carácter de la película es la elección de los actores, empezando por Thora Birch y Scarlett Johansson. Ambas interpretan con exactitud la incertidumbre y la pasividad agresiva de sus personajes, en especial la primera, quien realiza aquí el mejor papel de su carrera. En torno a las actrices hay un buen número de nombres perfectamente ajustados a la fauna que puebla Ghost World, con mención especial para Steve Buscemi (Seymour), que borda un personaje que parece creado a su medida.
En suma, la versión cinematográfica de Ghost World supera la prueba de recrear el espíritu del cómic, ahuyentando las eternas suspicacias entre lectores y espectadores. Y lo hace convocando por igual la comedia negra y el sentimiento trágico, característicos de la obra de Clowes, ese particular modo de contemplar el mundo fantasma a una edad en la que todo es incierto. La película ha ido adquiriendo valor con el tiempo, hasta ser considerada un clásico del cine indie capaz de romper los moldes del género adolescente, tantas veces maltratado por producciones que confunden juventud con estupidez.
A continuación, el tema principal de la banda sonora compuesta por David Kitay, quien volverá a trabajar con el director en sus siguientes películas. Relájense y disfruten: