El argumento narra las aventuras y desventuras de la chica que da nombre al film, una mujer cercana a los treinta que trata de sacar adelante su vida entre trabajos eventuales, habitaciones de alquiler, pequeñas alegrías e ilusiones frustradas. Ante todo, Frances Ha es la historia de una amistad en paisajes urbanos, la de Frances y Sophie, destinadas a encontrarse por encima de las adversidades. La persistencia de esta relación (que ellas definen como la de un matrimonio, con mucha conversación y sin sexo), conduce la película a lo largo de numerosos escenarios y secuencias de montaje elaboradas por Baumbach con brillantez.
El director despliega un habilidoso don para el naturalismo que hace que los sentimientos de la protagonista resulten reconocibles y cada momento se suceda con ritmo y fluidez, empleando para ello recursos visuales (el jump cut en montaje, por ejemplo) o verbales, mediante diálogos ingeniosos. Frances Ha es una película gozosa y estimulante gracias, entre otros motivos, al conjunto humano que la puebla. Alrededor de la presencia constante de Greta Gerwig gravita la de Mickey Sumner, Adam Driver y muchos otros nombres que completan el reparto, la mayoría de ellos desconocidos pero muy eficaces.
En suma, Frances Ha supone uno de los máximos aciertos en la carrera de Noah Baumbach. Pertenece al tipo de películas que hacen reposar todo el peso sobre el personaje principal, un ser tan común y tan excepcional como cualquier otro, capaz de quedarse a vivir en la memoria del espectador durante largo tiempo. Semejante proeza solo esta al alcance de los cineastas dotados: Baumbach y Gerwig lo son.