THE BATMAN. 2022, Matt Reeves

La ficción vive tiempos de bulimia superheroica. Tal vez debido a la falta de referentes reales que nos ayuden a sobrellevar las sucesivas crisis, o tal vez por el desarrollo de tecnologías digitales que permiten efectos antes impensables en la pantalla, el caso es que la saturación de superhéroes de los últimos años ha provocado el efecto de unificarlo todo en un magma informe que antepone la marca (Marvel y DC) a la especificidad de cada producto. Un triunfo en términos empresariales sin ninguna repercusión creativa, que ha obtenido el beneplácito del público y el desprecio de algunos cineastas reputados como Scorsese, Coppola o González Iñárritu. El estreno de The Batman supone una excepción. Para empezar, porque se trata de un personaje que cuenta ya con múltiples representaciones cinematográficas adaptadas al carácter de cada proyecto y cada director que hay detrás. No es lo mismo el Batman neogótico de Burton que el kitsch pop de Schumacher o la aparatosa gravedad de Nolan, por mencionar tres ejemplos que son variaciones de un modelo que mantiene su esencia inalterable (por imperativo de los propietarios, eso sí).

El director y guionista Matt Reeves es el encargado de retomar al hombre murciélago en una película que incorpora novedades respecto a las vistas antes. Curiosamente, estas novedades son en verdad un regreso al pasado del personaje en el cómic, cuando la función del detective convivía con la del justiciero y las tramas tenían un fuerte componente policíaco. The Batman se enmarca dentro del thriller urbano filtrado por el imaginario estético de las viñetas, un universo de noches densas y arquitecturas abigarradas en la ciudad de Gotham. Reeves hace que Batman, la oscuridad y la urbe sean un mismo recipiente en el que se vuelca la historia, la cual está mucho más cercana a los clásicos del serial killer que a los títulos convencionales de superhéroes. The Batman gana madurez, sofisticación y vigencia respecto a sus antecesoras, ya que capta la polarización de los discursos predominantes, así como las corruptelas y la amenaza del terrorismo que inquieta a buena parte de occidente. Esto permite mayor realismo, sin olvidar que nos encontramos ante un espectáculo bien orquestado en su conjunto.

A pesar de lo extenso del metraje (casi tres horas), Reeves mantiene el pulso de la narración después de un inicio que envuelve al espectador en la atmósfera adecuada. La película comienza con la voz en off del protagonista, señal de que se pretende un acercamiento introspectivo al perfil psicológico de Batman, con un interesante cuestionamiento del papel del héroe y la delgada línea que separa la justicia de la venganza. El actor Robert Pattinson encarna con convicción al personaje empleando los recursos mínimos expresivos, al igual que los demás actores, con la excepción de los antagonistas interpretados por Paul Dano y Colin Farrell, menos comedidos que sus compañeros. Entre estos se encuentran Jeffrey Wright, John Turturro y una magnética Zöe Kravitz en el papel de Catwoman, la perfecta femme fatale que no podía faltar en un neo-noir como este.

El estilo visual de The Batman tiene una organicidad poco frecuente en el actual panorama hiper-digitalizado del cine comercial, como si las imágenes fotografiadas por Greig Fraser contuvieran un catálogo de luces, sombras y colores de calidad analógica. La iluminación adquiere relevancia descriptiva (los rayos de la mañana que molestan en los ojos de Bruce Wayne, sugiriendo una personalidad vampírica) y también dramática (las ráfagas de los disparos en el combate en penumbras fuera del ascensor). Son trucos que fascinan la mirada e influyen en la acción, en un ejercicio de cine de alto voltaje al que contribuye la música de Michael Giacchino. El compositor se aleja de las fanfarrias habituales y opta por sonoridades oscuras y coros que recrean el Ave Maria de Schubert, buscando la desituación. Es la misma disparidad que enfrenta el bien y el mal, Batman y Enigma, el valor y el terror.

Por estos y otros motivos, The Batman se erige como una referencia en su género y la prueba de que puede existir vida inteligente en un blockbuster. Matt Reeves renueva una fórmula que parecía agotada yendo a la raíz plantada por Bob Keane y Bill Finger en los años treinta del siglo pasado (de hecho, el añadido del artículo the se corresponde con la denominación original del personaje). Se trata, en suma, de un film bien dirigido, bien interpretado y con un diseño de producción capaz de emocionar a los seguidores veteranos, cuyos corazones se acelerarán al escuchar el rugido del batmóvil emergiendo de las tinieblas.