GIRASOLES SILVESTRES. 2022, Jaime Rosales

No es fácil encontrar el punto intermedio entre el drama de ficción y el cine naturalista que pretende capturar el día a día de unos personajes comunes. Jaime Rosales lo logró en 2014 con Hermosa juventud y ahora vuelve a practicar el realismo de lo cotidiano en Girasoles silvestres, la historia de una joven madre separada que trata de salir adelante y de afrontar los problemas que vive con diferentes hombres con los que se relaciona. La película propone una reflexión sobre las diferencias de sexos y los compromisos que se adquieren en pareja, con una lectura feminista acorde a los tiempos que corren. Julia, la protagonista encarnada por Anna Castillo, se enfrenta a modelos de masculinidad tradicional en un camino lleno de obstáculos que esquiva los artificios narrativos. Aunque todo cuanto sucede en la pantalla se expone de manera cruda, bajo la apariencia de no haber sido cocinado, en verdad responde a una elaboración cuidada y meticulosa ya desde el guion, escrito por el director junto a Bárbara Díez, quien hasta ahora se había ocupado de las labores de producción en las anteriores películas de Rosales. 

La estructura del film se divide en tres bloques correspondientes a las sucesivas parejas de Julia, interpretadas por Oriol Pla, Quim Àvila y Lluís Marqués. La acción se reparte en las ciudades de Barcelona y Melilla a lo largo de dos o tres años, lo cual sirve para esbozar el paisaje de la precariedad laboral y la crisis económica y sanitaria derivada de la pandemia de covid. Girasoles silvestres posee un carácter testimonial que documenta el presente a varios niveles, en lo personal y en lo colectivo, y que marca la tendencia creciente de Rosales por hacer un cine más accesible y cercano al público.

Los diálogos corrientes y las situaciones reconocibles contribuyen a ello. Para transmitir fluidez en el relato, se emplea el recurso de la elipsis seleccionando los momentos de desarrollo de los personajes, con distintos puntos de vista, siendo predominante el de Julia. Ella es quien asume las consecuencias de cada escena y quien irá evolucionando dentro del conjunto hasta completar su proceso de madurez, si bien no hay un final cerrado y concluyente, al igual que tampoco hay un inicio donde empieza todo. El espectador asiste a un tramo de la vida de Julia que podría comenzar antes y terminar después, si acaso el director fuera otro. Pero Jaime Rosales decide acotar las peripecias de su heroína en un periodo determinado, sin forzar el final feliz, pues la vida carece de las convenciones del cuento. De hecho, Girasoles silvestres adopta la circularidad al abrir y cerrar el film con las imágenes de los niños que juegan en la naturaleza y la música de Triana.

Así pues, todos los elementos de la película son austeros en la narrativa y comedidos en la forma (con alguna excepción, como el primer plano del novio agresor frente a la cámara), lo cual conduce a la pregunta: ¿Por qué entonces consigue sobrecoger? La respuesta ocupa solo dos palabras: Anna Castillo. La actriz utiliza todas las herramientas a su alcance (voz, gesto, mirada, movimiento) con brillantez, y su frescura se contagia a los demás integrantes del reparto, en el que se encuentran los nombres de Manolo Solo y Carolina Yuste. Ellos forman parte de los Girasoles silvestres que crecen a lo largo de la película, seres que buscan la luz en medio de una profusión de sombras y que tratan de mirar hacia arriba sin despegar las raíces del suelo.