MANTÍCORA. 2022, Carlos Vermut

La mantícora es una criatura mitológica que posee una cabeza humana en el cuerpo de un león, un ser fantástico cuya doble naturaleza define bien la película del mismo nombre de Carlos Vermut. También aquí hay una yuxtaposición entre la parte frontal, común y sosegada, y la parte postrera, excepcional y fiera. Sobre el alambre que separa estos conceptos avanza Mantícora haciendo equilibrios, sin red debajo y en un abismo de contrastes que concuerdan con los de Julián, el personaje protagonista, un joven diseñador de videojuegos apocado y talentoso que guarda tinieblas en su interior.

El hecho de que la narración no se aparte nunca de su punto de vista sitúa al espectador en una posición muy incómoda, ya que al principio se asiste a la descripción de su destreza profesional y de un acto de heroísmo que pone al público en favor de Julián. Por eso cuesta tanto enfrentar la verdad que se descubre poco después, un interior monstruoso que él mismo tratará de combatir al conocer a Diana, una estudiante de Historia del Arte con la que coincide en su anhelo de huir de la realidad. Ambos personajes están interpretados con convicción y mesura por Nacho Sánchez y Zoe Stein, actor y actriz que se estrenan en papeles principales en el largometraje. Precisamente el casting es uno de los mayores aciertos de Mantícora, ya que las miradas y las actitudes de Julián y Diana resultan fundamentales para la credibilidad del film y son los vehículos perfectos para transmitir las emociones calladas de sus personajes.

El cuarto título de Carlos Vermut es el más contenido e introspectivo de su filmografía, siendo en esencia un film de terror. No un terror explícito, al contrario. Se trata de un terror subterráneo, amortiguado por la quietud y el silencio, pero que permanece latente y llena de tensión todo el metraje. Vermut evita las convenciones: no hay más música que la diegética y la fotografía de la debutante Alana Mejía González es apagada y de tonos fríos, sin recurrir a los estilemas de género. Cada elemento del conjunto está diseñado con pulcritud para imprimir en la imagen una sensación turbadora, de desubicación, al igual que le sucede al protagonista. Así hasta la llegada del clímax, en un largo plano secuencia que es un prodigio de dirección y de actuación. Vermut imprime el tempo adecuado y los movimientos de cámara precisos para levantar una catedral del drama delante de los ojos del espectador, a través de unas acciones que podrían ser cotidianas pero que alcanzan la medida del espanto... una proeza digna de maestros como Hitchcock.

En suma, Mantícora es una película que oculta sus laberintos emocionales bajo una apariencia árida, y que tiene el valor de abordar un tema espinoso desde dentro, asumiendo el papel del verdugo en vez de la víctima, como es habitual. Cine narrado con pulso firme y personalidad, la de Carlos Vermut, uno de los autores más genuinos del actual panorama español.