Al igual que otras películas de características similares (La colina de los diablos de acero, El puente sobre el río Kwuai), El vuelo del Fénix es un estudio del comportamiento humano sometido a situaciones extremas, y a la vez un retrato psicológico del individuo en relación a la comunidad. En todos los casos prevalece la condición masculina de los personajes, lo cual puede dar pie a interesantes reflexiones de género que cargan de profundidad la acción y los diálogos.
El vuelo del Fénix luce una impecable factura técnica en la que destaca la fotografía colorista de Joseph F. Biroc, tanto en las escenas diurnas como nocturnas, capaz de transmitir la sensación de calor y fatiga que padecen los protagonistas. Sin embargo hay otros aspectos que acusan el paso del tiempo, como el maquillaje, y ciertas irregularidades en el montaje y el guion, sobre todo en el primer acto, probablemente debido a la compresión de la novela de partida escrita por Trevor Dudley Smith. Nada de ello implica un obstáculo para disfrutar de este film vigoroso que tiene su mayor virtud en la interpretación de los actores, con James Stewart en uno de sus últimos grandes papeles. En cierta manera, su representación del clasicismo frente a la modernidad (un conflicto muy presente en el cine de la época) ilustra también la posición de Robert Aldrich, director en el que confluyen la sabiduría y el ímpetu, el oficio y la vivacidad, tal y como queda patente en El vuelo del Fénix.
A continuación, uno de los temas musicales compuestos para la película por Frank De Vol, quien recrea la atmósfera del Sáhara con el aliento épico de una gran orquesta. Relájense y disfruten: