UNA PALOMA SE POSÓ EN UNA RAMA A REFLEXIONAR SOBRE LA EXISTENCIA. "En duva satt på en gren och funderade på tillvaron" 2014, Roy Andersson

Después de Canciones del segundo piso y La comedia de la vida, Roy Andersson concluye su trilogía de la vida con una película singular desde el propio título: Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia. Un broche de oro que perpetúa las cualidades de sus antecesoras tanto a nivel formal como argumental. De hecho, apenas se aprecian novedades, si acaso un leve incremento de amargura en las situaciones cruzadas que se presentan a modo de viñetas, tres de las cuales miran al pasado para poner en entredicho el esplendor de la historia sueca. En todo lo demás, Andersson permanece fiel a su estilo, reconocible en cada una de las imágenes del film. No importa que trabaje con diferentes directores de fotografía, actores o técnicos, su obra mantiene una uniformidad blindada desde su productora Studio 24 con financiación proveniente de diversos países europeos.

Esta trayectoria lenta pero unívoca (la trilogía ha sido filmada a lo largo de catorce años) prueba la claridad de ideas del autor, quien no se aparta del camino trazado por su manera de entender el cine. Un cine en el que conviven otras disciplinas artísticas y que mantiene un discurso firme en torno al ser humano, centrándose en sus debilidades y contradicciones. Andersson filtra los distintos momentos de la narración a través de su peculiar sentido trágico mezclado con el humor absurdo, como se puede apreciar en la pareja de vendedores que tiene mayor presencia en la trama. Ambos personajes tratan de alegrar la vida de sus clientes ofreciendo bromas que transportan en un maletín sin que nadie les haga caso, ya que ellos mismos son incapaces de sonreír y se muestran siempre frustrados. La mezcla de comedia y desazón que define a este par de desgraciados bien podría simbolizar la actitud de Andersson, un artesano que aspira a provocar la risa a través de la tristeza y la reflexión por medio del esperpento.

El espectador que conozca la filmografía de Roy Andersson volverá a encontrarse con sus características señas de identidad: planos estáticos en tomas largas, luz fría y colores apagados, acciones simultáneas en distintos términos de profundidad, atmósferas irreales... mientras que aquellos que se aproximen a su cine podrán experimentar una sensación de fascinación y extrañeza, como la que se siente cuando se visita por primera vez un lugar insólito.