SALVAJE INOCENCIA. "Sauvage innocence" 2001, Philippe Garrel

Algunas películas de Philippe Garrel transmiten la sensación de viajar en el tiempo y asistir al cine de otra época, cuando directores como Jean Eustache y Éric Rohmer empleaban el naturalismo como fuente de modernidad y método de exploración. Las semejanzas no son solo estéticas sino también de planteamientos, puesto que Salvaje inocencia captura los gestos cotidianos de personajes que viven dentro de una fábula, en este caso con reminiscencias del mito de Orfeo.

Como sucede en otros títulos de Garrel, la historia está ambientada en el mundo del cine. El director habla de lo que conoce: los límites entre la realidad y la ficción, y la complejidad de los sentimientos. Pero en este periodo de su carrera lo hace con una sencillez extrema y una depuración que se puede confundir con dejadez, si bien es verdad que responde a un ejercicio de síntesis que elimina los elementos accesorios del relato.

El guion describe los esfuerzos de un director de cine por llevar a cabo una película en contra de la droga. Su propósito proviene de la pérdida de su pareja a causa de una sobredosis, circunstancia que pretende llevar a la pantalla con la financiación de un moderno Mefistófeles en forma de empresario envuelto en negocios oscuros. Garrel desarrolla la trama con su habitual estilo contenido que mantiene siempre la distancia y parece no intervenir en la narración. En realidad, la omisión de un punto de vista determinado supone también un punto de vista que se suele denominar neutro, el cual posee intenciones menos evidentes de lo común pero que están ahí, agazapadas bajo imágenes que rechazan el ornamento. Para un público desprevenido se podría confundir con cine de la contemplación, cine equidistante. Pero con poco que se observe, es fácil darse cuenta de que detrás de los tiempos muertos y los silencios hay una voluntad clara por parte del director de asentar la ficción sobre una base de cotidianidad que hace que la película sea verosímil, cercana y carezca de los ataduras de las producciones convencionales.

La puesta en escena y la interpretación de los actores debutantes Mehdi Belhaj Kacem y Julia Faure contribuyen a fijar el tono general de austeridad, con abundantes planos cortos que invitan a descubrir la psicología de los personajes o retratan sus acciones de manera a veces funcional. Tanto Garrel como su equipo son conscientes de que cargar con sentimentalismos una historia ya de por sí dramática hubiera diluido la vocación honesta del film, y aunque Salvaje inocencia en ocasiones pueda incurrir en cierta ingenuidad, forma parte del conjunto: lo que aquí se propone es un cuento frío en blanco y negro, una parábola de final amargo. Es difícil tratar cuestiones humanas de manera simple como lo hace Philippe Garrel.