LAS TRES CARAS DEL MIEDO. "I tre volti della paura" 1963, Mario Bava

A partir de los años cincuenta abundan en Italia las películas de episodios, formadas por pequeños segmentos que mantienen algún elemento en común. Una tendencia a la que no se sustrae casi ningún director, incluido Mario Bava, quien filma Las tres caras del miedo adaptando cuentos de Ivan Chekhov, Alekséi Tolstói y Guy de Maupassant. Aquí la constante es el terror y el suspense, un terreno que el director conoce a la perfección y que desarrolla en formato breve con su personal estilo.

La película comienza con una introducción por parte de Boris Karloff, maestro de ceremonias y a la vez intérprete del episodio central. Al contrario de lo que suele suceder con este tipo de films compilatorios, en Las tres caras del miedo no se acusa irregularidad ni descompensación: las tres partes resultan eficaces, equilibradas y con capacidad de sobra para hacer las delicias del aficionado al género. Bava exhibe su dominio de la puesta en escena recurriendo a algunos tópicos de la imaginería gótica (caserones decadentes, bosques lúgubres, damas en apuros) que el director italiano representa con su característico empleo del color y las sombras. La película hace gala de un artificio deliberado que encaja bien con el espíritu de las historias, una ausencia de naturalismo que se manifiesta en el uso de la cámara (con abundantes movimientos y zooms) y en un epílogo que desvela los trucajes empleados por el equipo de filmación. Es verdad que, en ocasiones, estas simulaciones se antojan demasiado evidentes (el cadáver del tercer relato) pero en conjunto se alcanza una atmósfera irreal y una tendencia al guiñol que hacen que el visionado sea muy disfrutable.

Si bien las películas de Mario Bava se desarrollan en metrajes escuetos y con presupuestos modestos, Las tres caras del miedo posee la habilidad del director para manejarse en la narración corta con personajes que no precisan de un tratamiento exhaustivo y finales que se quedan abiertos, buscando la implicación del público. Bava ofrece aquí tres dosis de su talento para generar tensión en uno de los títulos destacados de su etapa más creativa. En suma, una apuesta segura para los amantes del horror clásico.