CLÉO DE 5 A 7. 1962, Agnès Varda

Una década después de haber debutado con La Pointe Courte, Agnès Varda realiza el segundo largometraje de su larga trayectoria. No son diez años de inactividad, puesto que la directora experimenta en algunos cortometrajes con el lenguaje cinematográfico y prueba diferentes vías de expresión que culminan en Cléo de 5 a 7, título capital de su filmografía. Varda se declara autodidacta y los conocimientos que adquiere durante este tiempo son, más que técnicos, experiencias y reflexiones que completan su formación ética, social e intelectual. Es por eso que las películas de Varda revelan aspectos de su vida de manera más o menos velada, como si fueran capítulos de una autobiografía que a veces entran en lo personal y a veces en las circunstancias que la rodean. Cléo de 5 a 7 trata sobre la emancipación de una mujer de arrebatadora presencia, que comienza mostrándose superficial y arbitraria, y termina asumiendo una realidad adversa. Este proceso de madurez dura apenas dos horas en las que Cléo, la protagonista interpretada de modo magistral por Corinne Marchand, se cruza con diversos personajes en la ciudad de París a la espera de un diagnóstico médico: su asistenta, dos compañeros de profesión, el amante, una amiga... cada uno de ellos añade un matiz al carácter de Cléo y enriquece su punto de vista.

Varda sigue los pasos de su heroína a veces desde la cercanía de los planos cortos y a veces desde la distancia, filmándola en su deambular por la calle sin que los viandantes se den cuenta. La película adquiere entonces un cariz documental que sirve como crónica de la realidad del momento, denunciando el machismo (los hombres miran a Cléo sin disimulo) y mostrando la efervescencia de una ciudad viva, con historias en cada rincón que se verbalizan mediante fragmentos de diálogos. Estas secuencias se intercalan con alardes de cine muy imaginativos y constantes movimientos de cámara que pueden ser caprichosos (el balancear del columpio) o estar llenos de expresión (el alejamiento final del taxi), además de los múltiples juegos con el montaje. El lenguaje visual que articula Varda trata de traducir en imágenes las inquietudes de la protagonista, sus pensamientos y sensaciones, siempre con gran elocuencia y creatividad. La fotografía en blanco y negro de Jean Rabier y el montaje de Janine Verneau influyen mucho en el resultado del film, impregnado en cada fotograma de la personalidad singular de Agnès Varda.

La narración está dividida en episodios que van cubriendo los minutos según avanzan, dando a entender que los acontecimientos transcurren en tiempo real. Hay relojes que van señalando esta progresión, y un movimiento imparable de personajes y medios de transporte, como si la película pretendiera capturar el aquí y el ahora de una mujer en plena crisis emocional. Varda logra semejante proeza con una naturalidad y una energía que hacen que Cléo de 5 a 7 siga siendo radicalmente moderna, un ejercicio de cine en estado puro ante el que resulta imposible permanecer indiferente. No solo es una las películas más representativas de su directora, sino también de la nouvelle vague y, por extensión, del cine europeo realizado durante el pasado siglo. Una joya rebosante de humanidad que contiene innumerables lecciones de cine.

A continuación, un sugerente vídeo-ensayo cortesía del medio Trois Couleurs, acerca de la corporeidad en las películas de Agnès Varda. Relájense y disfruten: