EL ÍDOLO DE ACAPULCO. "Fun in Acapulco" 1963, Richard Thorpe

Una de las muchas películas en las que Elvis Presley participó en la década de los sesenta, esta vez bajo el influjo latino que caló en la cultura popular norteamericana. Es el segundo de los dos títulos en los que Richard Thorpe dirigió a la estrella del rock, esta vez bajo el auspicio del productor Hal B. Wallis y el estudio Metro-Goldwyn-Mayer. Una asociación que se repetirá en diversas ocasiones, ya que El ídolo de Acapulco es un producto meramente comercial con una finalidad muy precisa: convocar a las legiones de fans de Elvis y asentar su fama entre el público hispano.

El film explota todos los tipismos posibles mexicanos: el tequila, los mariachis, la siesta, los toros... todo bien distribuido como en un muestrario de souvenirs y manufacturado desde Hollywood, puesto que fue allí donde se localizaron los escenarios y se reprodujeron en platós. El resto del metraje fue rodado con dobles del artista y segundas unidades que señalan el carácter artificial del conjunto. Esto no debe ser entendido como un desprecio, al contrario... El ídolo de Acapulco es un delirio autoconsciente que desprende alegría e ingenuidad y que provoca comedia incluso sin pretenderlo. Todo es deliciosamente banal y postizo, desde las situaciones a los personajes y sus respectivas interpretaciones. Una postal turística diseñada con vivos colores que en el centro tiene a Elvis, entonando canciones de aroma folclórico. Tal vez la única reseñable sea Bossa Nova, lo cual dice mucho de la incoherencia cultural que la película exhibe sin pudor alguno.

Para disfrazar el descarado hedonismo que lucen las imágenes, el guion contiene también un drama familiar que pesa sobre el protagonista y tímidos apuntes sociales en torno a la inmigración y las maniobras que los mexicanos deben inventar para salir adelante, nada que consiga opacar el desenfado y la intrascendencia de El ídolo de Acapulco. En suma, una pequeña película que debe disfrutarse sin complejos y que cuenta con el atractivo de contemplar a Elvis Presley y Ursula Andress en el mismo plano. Dos maravillas de la naturaleza en un escenario no menos seductor.