PICNIC EN HANGING ROCK. "Picnic at Hanging Rock" 1975, Peter Weir

La segunda película dirigida por Peter Weir permite que su nombre comience a sonar en los círculos cinematográficos, dada la particularidad y el origen del argumento. Picnic en Hanging Rock adapta la novela homónima de Joan Lindsay, basada a su vez en un suceso real ocurrido en el día de San Valentín de 1900. Las alumnas internas de una exclusiva institución se disponen a disfrutar de una jornada en el campo, visitando las inmediaciones de Hanging Rock. Lo que comienza siendo una excursión idílica se transformará en pesadilla tras la extraña desaparición de tres de las jóvenes y una tutora, sin que nadie acierte a explicar lo ocurrido.

El acierto de Weir consiste en dotar al conjunto de un aire de cuento victoriano. Se trata de un cuento con base real y sin moraleja, ya que al final lo importante no es la resolución del enigma (que nunca queda resuelto) como el mundo en el que habitan las jóvenes, lleno de apariencias y restricciones. La procedencia verídica de los acontecimientos no da lugar a sorpresas: al inicio, un rótulo informa de lo que va a pasar, seguido de una voz en off que se cuestiona si lo sucedido es realidad, sueño, o acaso un sueño dentro de otro sueño. Después asistimos al despertar de una de las protagonistas, lo cual señala la sensación onírica con la que el director impregna toda la película. Las imágenes melosas y el diseño de producción, de gran influencia pictórica, introducen al espectador en un universo refinado y de gran estilización que muchas veces bordea lo cursi (ay, esos cisnes) al estilo de las fotografías de David Hamilton. Al igual que este, Weir dota el film de sensualidad y pone el acento en desarrollar la relación entre las figuras humanas y la naturaleza, unas veces de manera armónica y otras en conflicto.

Una vez expuesto el drama principal, Weir aprovecha la segunda mitad del film para denunciar la ortodoxia de ciertas tradiciones y los sistemas represores que ahogan la autonomía juvenil. Así, Picnic en Hanging Rock tiene la destreza de moverse en diferentes niveles: tragedia, misterio, romanticismo y terror.

Es una lástima que algunos aspectos empañen el resultado. Uno de los más llamativos es la música, sobre todo los temas enfáticos, los cuales enclavan al film en su época y lo envejecen terriblemente. También se acusa la torpeza con la que Peter Weir desarrolla algunas escenas de tensión, en especial las protagonizadas por los dos actores jóvenes masculinos, muy limitados en sus interpretaciones. Son manchas en un conjunto que se deja ver con interés y cierta fascinación, ya que lo más logrado es la atmósfera singular y evocadora que ha convertido a Picnic en Hanging Rock en una película de culto y en un clásico del cine australiano.