La película plantea novedades esenciales respecto a sus antecesoras, aparte de la renovación de los personajes. Los antiguos protagonistas encarnados por Bill Murray, Dan Aykroyd y Ernie Hudson tienen aquí una presencia testimonial y aparecen como el séptimo de caballería al final de aquellos western en los que el desenlace se resolvía gracias a su oportuna intervención. Es un guiño entre muchos otros para contentar a los seguidores de cierta edad (también se recupera el viejo Ecto-1, los uniformes y la cacharrería para capturar espíritus) que no tendría sentido si no se produjese, al mismo tiempo, un relevo de los actores principales. Los adolescentes Finn Wolfhard y Mckenna Grace asumen ahora la herencia biológica de los Cazafantasmas, acompañados por los adultos Paul Rudd y Carrie Coon. También se transforma el escenario donde ocurre la trama, del paisaje urbano al rural, lo cual sirve para reflejar un ambiente intemporal en el que todavía existen los diner con camareras sobre patines y las cintas de VHS, dentro de un fetichismo retro-complaciente que define el tono del film.
El ámbito local y la síntesis de elementos narrativos acercan la película al territorio del cuento o, más propiamente, a ese gótico americano que aprovecha los clichés del género de terror para provocar atmósferas inquietantes: granjas herrumbrosas, minas abandonadas, fundamentalismo religioso... son elementos que configuran el fondo de la historia escrita por Reitman y Gil Kenan, este último elegido por su afición por las casas encantadas (Monster house y el remake de Poltergeist). De hecho, Cazafantasmas: Más allá funciona mejor en la primera mitad, cuando luce un carácter independiente de la saga y dosifica con acierto la comedia y el misterio. Después se vuelve demasiado deudora de la franquicia que representa y pierde algo de identidad, el humor se vulgariza y todo se vuelve más explícito y sujeto a los efectos digitales. Es evidente que Jason Reitman debe cumplir con los requisitos de la serie, por eso su habilidad consiste en introducir innovaciones para no terminar repitiendo lo mismo de siempre y, a la vez, recuperar la impronta de los Cazafantasmas.
El conjunto ofrece así un resultado más que digno, con capacidad para concitar el interés y la diversión tanto del público veterano como del que se incorpora. Cazafantasmas: Más allá tiene ritmo, buen acabado técnico, interpretaciones ajustadas al carácter de la película y un guion que no destaca por nada en especial, pero que tampoco ofende al público acostumbrado a sufrir los agravios del mainstream. Al contrario, muchos agradecerán el masaje de añoranza que Jason Reitman personaliza en la figura del desaparecido Harold Ramis, actor y uno de los ideólogos a quien está dedicada la película... si bien el reconocimiento se hace extensible a Ivan Reitman y a una generación completa de espectadores que saben responder, sin dudarlo, a la pregunta: Who you wanna call?