PRISIONEROS. "Prisoners" 2013, Denis Villeneuve

Tras la repercusión internacional que obtiene con Incendies, Denis Villeneuve es requerido por Hollywood para aprovechar su capacidad de generar tensión dramática y escarbar en el perfil de los personajes. Ningún proyecto parece tan adecuado como Prisioneros, un thriller de gran intensidad que sustituye las escenas de acción por los conflictos personales y que tiene un componente religioso importante (o si se prefiere, espiritual) que coincide con los intereses desarrollados por el director a lo largo de su filmografía.

En su primer título filmado en los Estados Unidos, Villeneuve comienza a agrupar a un equipo integrado por el músico Jóhann Jóhannsson y el director de fotografía Roger Deakins, que se repetirá en algunas películas posteriores. Los tres contribuyen a crear una atmósfera de aire melancólico que contrasta con la energía de la narración y que se acerca, en ocasiones, al cine de terror por su estética tenebrista y por la oscuridad que envuelve a los personajes. Prisioneros es una película invernal en todos los sentidos, hace frío en sus imágenes. El tono mantenido por Villeneuve resulta perfecto para transmitir la inquietud de dos familias cuyas hijas han desaparecido sin dejar rastro en una pequeña población del estado de Georgia. En medio de la tragedia, hay dos personajes que adoptan protagonismo y que funcionan como caras de la misma moneda: el padre de una de las niñas y el agente al frente del caso. Ambos son obcecados y supersticiosos, aunque uno está regido por antiguos patrones de conducta masculina y otro se refugia en la ley para calmar sus demonios internos. Están interpretados respectivamente por Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal, actores que realizan interpretaciones muy físicas y conducen el relato con sabiduría y entrega. Sus compañeros de reparto permanecen a la altura en todo momento: Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard y Paul Dano, entre otros nombres, completan el paisaje humano de la película, en un elenco acertado y compacto.

Tal y como suele ser habitual en este género de películas, la acumulación de detalles y lo intrincado de la historia hacen que el visionado sea muy sugestivo, a pesar de que el metraje alcanza los ciento cincuenta minutos de duración. El guion está sembrado de pistas falsas e inesperados giros que obligan a no relajar la atención, objetivo principal de Prisioneros. Así pues, Denis Villeneuve inaugura una nueva etapa en su filmografía entrando por la puerta grande, con el respaldo de unos inmejorables equipos técnico y artístico, y dispuesto a dejar su impronta dentro de una industria poco dada a los riesgos.

A continuación, el tema principal de la banda sonora compuesta por Jóhann Jóhannsson. Un buen ejemplo del minimalismo sinfónico que llevó a cabo el malogrado músico, capaz de expresar con pocos elementos la intriga que asedia a los personajes. Que lo disfruten: