ESTOY PENSANDO EN DEJARLO. "I'm thinking of ending things" 2020, Charlie Kaufman

"Solo en las misteriosas ecuaciones del amor se puede encontrar una razón lógica". Esta frase, expresada en un diálogo de Estoy pensando en dejarlo, comprime muchos de los enigmas que guarda el tercer largometraje dirigido por Charlie Kaufman. Un paso más por los laberintos temporales que jalonan su recorrido cinematográfico, poblado de seres en plena quiebra emocional que buscan desanudar sus traumas y recuperar la inocencia perdida. Es el caso de la protagonista del film, quien emplea las palabras del título como una letanía para convencerse de que debe dejar a su novio. Ambos emprenden un viaje en coche para visitar la granja donde viven los padres de él, a través de la ventisca helada y los pensamientos exteriorizados con la voz en off de ella. Es fácil establecer comparaciones entre las agitaciones climáticas y sentimentales, puesto que la ambientación de la película influye directamente en la acción. El origen literario que aporta la novela homónima de Ian Reid se hace más evidente en la primera parte del guion, que poco a poco se va bifurcando en un complicado ejercicio narrativo en el que los personajes se proyectan entre sí mezclando el pasado, el presente y el futuro, a la vez inmersos en espacios que representan sus miedos y contradicciones. Por eso los escenarios cobran gran importancia y adquieren una densidad dramática, a veces por identificación y otras por contraste. Basta contemplar el comienzo del film, con una sucesión de imágenes de interior que ilustran el estado anímico de la protagonista (de nombre cambiante) a modo de representación visual de su personalidad.
Cada detalle de Estoy pensando en dejarlo esconde un significado que muchas veces no atiende a la lógica que se le presupone a un guion estructurado, sino que apela a la interpretación de unas sensaciones o de la atmósfera que recorre la película, capaz de envolver al espectador. Por eso no es una película fácil, puede resultar hermética en algunos momentos y requiere conocer ciertos códigos y películas como Una mujer bajo la influencia, de John Cassavetes, que tiene una presencia importante en la trama.
La propuesta de Kaufman se aleja de los convencionalismos y sitúa al público en un lugar extraño, a medio camino entre la imaginación y los recuerdos, una dimensión donde la melancolía lo gobierna todo, hasta el humor. El director emplea las herramientas a su alcance para generar el particular tono que luce la película: la fotografía fría y apagada de Lukasz Zal (filmada en formato de 4:3), la música delicada y muy escasa de Jay Wadley, el montaje de Robert Frazen... pero los que asumen los principales riesgos son los actores, en especial Jessie Buckley, Jesse Plemons, Toni Collette y David Thewlis. La primera de ellos realiza una interpretación digna de estudio, llena de matices y con la expresividad siempre adecuada, teniendo en cuenta que su personaje oculta bajo la superficie el misterio que da sentido al film.
Un misterio que conviene desvelar bajo el criterio de cada espectador, puesto que no hay una explicación clara e inequívoca de lo que acontece en la pantalla. Circulan teorías de todo tipo, algunas de ellas reveladas por el propio Charlie Kaufman (al parecer exigidas por su contrato con Netflix) pero al igual que sucede con otros cineastas como David Lynch, lo mejor es dejarse arrastrar por la corriente de imágenes, palabras y emociones que sugiere Estoy pensando en dejarlo. Una película atípica y exigente, con capacidad para fascinar a unos espectadores e irritar a otros, pero que en ningún caso deja indiferente. Teniendo en cuenta el poco riesgo que se practica en las carteleras, este motivo debería ser suficiente para considerar importante el film, una muestra más de la compleja personalidad de su autor.