EL PEQUEÑO FUGITIVO. "Little fugitive" 1953, Morris Engel, Ruth Orkin y Ray Ashley

Cuando se observa la historia del cine en su conjunto, siempre se tiende a marcar ciertos hitos, a señalar esas películas que abrieron un camino, definieron una escuela o supusieron un quiebro importante. Una de ellas es El pequeño fugitivo, que se suele considerar como un ejemplo temprano del cine independiente en los Estados Unidos (al menos, tal y como hoy entendemos el cine independiente) y que sirvió, a su vez, como inspiración para los nuevos directores franceses implicados en la nouvelle vague. François Truffaut la citó como referencia para elaborar Los cuatrocientos golpes pero, a diferencia del autor galo, los responsables de El pequeño fugitivo apenas desarrollaron una carrera en el cine.

El film está firmado por tres jóvenes directores que provenían del mundo de la fotografía y la literatura, tres amigos que se encargaban de todo a la vez (escritura, cámara, montaje, producción) y que decidieron llevar a cabo el experimento de crear una película naturalista en términos narrativos y formales. Los actores no son profesionales, los escenarios, la luz y todo lo que aparece en la pantalla pertenece a la realidad, sin embargo, no se trata de un documental. Es un film de ficción que contiene comedia, costumbrismo, emoción y, sobre todo, una observación perfecta de la vida de unos niños en el tórrido verano del Nueva York de los años cincuenta. La película está rodada sin artificio ni concesiones estéticas en las calles de Brooklyn y en Coney Island, el parque de atracciones junto al mar.

Gracias a la fabricación por parte de Morris Engel de una cámara de pequeñas dimensiones capaz de filmar en 35 mm. (solo la imagen, el sonido se registraba en un dispositivo aparte que luego había que sincronizar), él mismo junto a sus compañeros Ruth Orkin y Ray Ashley adquirieron la capacidad de pasar desapercibidos entre la población neoyorquina, además de poder adentrarse en estrechas localizaciones de interior. La unión de cercanía, accesibilidad y rapidez con la que está realizada El pequeño fugitivo denota la influencia del fotoperiodismo en sus autores, lo cual se materializa también en los encuadres y la fotografía en blanco y negro. Otro elemento que sugiere sencillez es la música interpretada solo con armónica, una decisión coherente ya que este instrumento juega un papel decisivo en la trama. Conviene matizar esta palabra: sencillez. Lo que logran los directores es sencillo en apariencia pero responde a un proceso de depuración y de síntesis al que no todos pueden aspirar, producto de aplicar una mirada limpia y atenta que coincide con la del niño protagonista. Este ejercicio empático se traslada también al público, completando un ciclo donde convergen el observador y el observado. En definitiva, El pequeño fugitivo es una película fácil de ver pero muy difícil de olvidar.

A continuación, uno de los temas que integran la banda sonora compuesta e interpretada por Eddy Manson. Que lo disfruten: