A partir de la novela homónima de Jonathan Ames, la película se adentra en el mundo torturado de Joe, un antiguo miembro del ejército cuya única relación afectiva es su anciana madre. Trabaja fuera de la legalidad ejecutando por encargo violentas misiones de rescate, es un mercenario que opera entre las sombras con la frialdad de un autómata. El espectador nunca llega a conocerle del todo porque la escasa información de su pasado irrumpe por medio de flashbacks breves e incompletos, los cuales ilustran la angustia existencial del personaje. Ramsay opta por una narración fragmentada, de escenas que son retazos de situaciones que vemos empezadas o sin terminar, rompiendo la estructura clásica del thriller en el que toda acción tiene su consecuencia. Una decisión arriesgada por parte de la directora que muestra, no obstante, alguna debilidad, ya que hay una insistencia en remarcar la personalidad doliente del protagonista mediante secuencias de montaje, insertos y ciertos trucos visuales que parecen buscar más el impacto que la lógica argumental. El conjunto no se resiente demasiado de estas obviedades esporádicas y exhibe un tono en general muy acertado, que da carta de naturaleza al film, y al que contribuyen la fotografía colorida y tenebrista de Thomas Townend, la música envolvente de Jonny Greenwood y, sobre todo, la interpretación de Joaquin Phoenix.
Como es habitual, el actor expande su personalidad por cada rincón de la película de manera rotunda e intensa. Phoenix está especializado en perfiles disfuncionales y en adaptar su físico a las características del papel, algo que Ramsay aprovecha para dotar la película de carnalidad. Los rasgos externos de Joe son una materialización de los internos, sobre su espalda surcada de heridas descansa el peso de una película que sería otra sin su presencia. La directora lo sabe y articula En realidad, nunca estuviste aquí en torno a la figura de Joaquin Phoenix, quien permite que el resultado vuele alto y sea digno de recuerdo.
A continuación, uno de los temas que integran la banda sonora compuesta por Greenwood. Puro ingenio musical al servicio de la trama. Que lo disfruten: