EL CUENTO DE LAS COMADREJAS. 2019, Juan José Campanella

El director argentino Juan José Campanella prosigue su andadura por diferentes géneros, esta vez recalando en la comedia negra y el enredo criminal. Un derivado del whodunit, es decir, esas historias que suceden en un mismo entorno y con unos personajes determinados que se ven envueltos en la resolución de una intriga que amenaza sus vidas. La mayoría de las veces tienen origen literario, pero El cuento de las comadrejas adapta una película de 1976 titulada Los muchachos de antes no usaban arsénico. Campanella comparte nacionalidad y argumento con aquella, en un ejercicio de metaficción que incluye referencias a otros films como Sunset Boulevard o La huella, y a cineastas como Mario Monicelli o David Mamet. Campanella incluso se permite algunas alusiones propias y guiños a una industria de la que cada vez está más alejado, en detrimento de sus trabajos en televisión.
Hay dos puntos fuertes que se repiten en este tipo de películas y son el guion y el reparto de actores. También en El cuento de las comadrejas, con una trama que incluye diversos giros sorprendentes y que deposita gran parte de su atractivo en los diálogos rápidos y mordaces. Los encargados de darles credibilidad son un reconocido elenco de intérpretes argentinos formado por Graciela Borges, Óscar Martínez, Luis Brandoni y Marcos Mundstock, a quienes se añaden los más jóvenes Nicolás Francella y la española Clara Lago. Todos ellos practican la teatralidad a la que tiende la película deliberadamente, ya que Campanella tiñe el conjunto de un artificio que afecta de manera directa a la imagen. Así, el aspecto formal es el de un aparatoso guiñol cuyos planos contienen composiciones forzadas, ángulos aberrantes y trucajes ópticos que son fotografiados con luces y colores estridentes. En contra de lo que se suele definir como un defecto, la ausencia de naturalidad es aquí la seña de identidad que identifica el contenido y la puesta en escena del film.
Cada detalle que aparece en la pantalla remarca la idea de que estamos ante un ejercicio de fingimiento, que hace consciente al público de su condición. Una propuesta arriesgada por parte de Campanella que trata de resolver con ritmo y humor, sin llegar nunca a emocionar. El resultado de El cuento de las comadrejas es tan elaborado y perfecto, tan encaminado a alcanzar unos objetivos concretos que adolece de cierta humanidad, situando al espectador en una posición distante, de observador rendido al ingenio de las situaciones. El esmero con el que está diseñada la película adopta en ocasiones un lenguaje cercano a la publicidad, muy llamativo en lo visual pero sin alma, que depara un entretenimiento inocuo y autocomplaciente. En suma, se trata de una prueba de estilo ante la que es imposible aburrirse, pero que tampoco logra conmover como otras obras de Juan José Campanella.
A continuación, uno de los temas que integran la banda sonora compuesta por Emilio Kauderer. Una deliciosa melodía que transmite el espíritu nostálgico que atraviesa El cuento de las comadrejas, con ecos del maestro Nino Rota. Relájense y disfruten: