¡ME CASÉ CON UN EXTRAÑO! "I married a strange person!" 1997, Bill Plympton

A lo largo de las últimas cinco décadas, Bill Plympton ha realizado un sinfín de cortometrajes, vídeos musicales, spots publicitarios y colaboraciones diversas que le identifican como uno de los autores más singulares del mundo de la animación. A su vez, ha logrado sacar adelante de manera independiente varios largometrajes entre los que se encuentra ¡Me casé con un extraño!, el segundo de sus trabajos extensos en los que compendia no solo su evolución como artista gráfico, sino también su manera de mirar el mundo.

Toda esta constancia y compromiso reportan a Plympton una legión de adeptos, si bien es evidente que las peculiaridades de su estilo no buscan la aprobación popular. Al contrario, sus planteamientos éticos y políticos siempre le han situado en un terreno cercano al underground. Además, el acabado artesano de sus dibujos y la técnica de animación rehúyen el perfeccionamiento de los productos homogeneizados por la industria, lo que hace que ¡Me casé con un extraño! responda a la necesidad de Pympton de volcar su imaginario en una sola historia que, en realidad, es una sucesión de gags y hallazgos visuales con un hilo que conduce la narración.

El guion cuenta las peripecias de un recién casado que recibe por accidente la descarga de un rayo eléctrico, y las consecuencias que esto tiene en su vida: a partir de entonces, posee el don de alterar a su antojo la forma de los objetos y las personas, una constante en los argumentos de Plympton desde el inicio de su trayectoria. Es la defensa de la imaginación ante las normas que impone el sistema y los estamentos del poder, la libertad frente al orden establecido. Plympton no deja títere con cabeza y ridiculiza a los mandamases, los militares, los dueños de las grandes empresas, los moralistas, los profetas del capitalismo... y también a esa clase media acomodada a la que él pertenece, capaz de vender sus ideales a cambio de la falsa ilusión de prosperidad que promocionan los medios de comunicación. Se trata de cine combativo y transgresor, nada sutil en sus mensajes y que emplea el caos, la violencia y el sexo como principales herramientas expresivas. En suma: un festín para los degustadores de platos contundentes.

Pero no se lleven a engaños: detrás del cúmulo de excesos se adivina a un creador que trata de proteger al individuo y la pareja de los embates de una sociedad hipócrita que se define a sí misma como correcta y biempensante, aunque su actitud sea la contraria. La peculiar fauna representada por Plympton, los plymptoons, mantiene los diseños caricaturizados y coloristas habituales, con líneas rápidas en constante movimiento y una animación de apariencia inacabada, como si estuviese todavía en proceso de elaboración. Esto proporciona una sensación de inmediatez que aumenta la energía del resultado y, como consecuencia, cierta fatiga cuando se trata de un largometraje. El genio de Plympton se materializa con mayor concisión en el formato corto, lo cual no impide disfrutar por momentos de ¡Me casé con un extraño!, en especial de los números musicales. Las canciones compuestas por Maureen McElheron son la guinda que corona el pastel ácido e irreverente cocinado por Bill Plympton, no apto para todos los paladares, ya que los ingredientes de la comedia negra, el esperpento y el surrealismo pueden indigestar al público sensible. No en vano, el film comienza con una frase de Picasso que dice: "el principal enemigo de la creatividad es el buen gusto". Algo que Plympton sigue a rajatabla.

A continuación pueden ver Summer bummer, cortometraje de 2012 elaborado por Bill Plympton bajo la producción del canal Showtime. Relájense y disfruten: