LOS DÍAS QUE VENDRÁN. 2019, Carlos Marques-Marcet

El director Carlos Marques-Marcet continúa explorando las luces y las sombras de las relaciones de pareja, en esta ocasión a través de la experiencia de un embarazo. Para ello se vale de un proceso de gestación real, el de la actriz Maria Rodríguez Soto y su pareja, el actor David Verdaguer, quienes se prestan a interpretar una ficción condicionada por las circunstancias verídicas que envuelven el proyecto. En Los días que vendrán, Marques-Marcet realiza un ejercicio de naturalismo directo y nada complaciente del conocido como "estado de buena esperanza", tantas veces idealizado y que muestra aquí su cara menos amable, capaz de revelar el drama íntimo pero también el retrato social y de costumbres de una generación que debe afrontar muchas dudas antes de decidirse a tener un hijo.
Como cabe esperar, el punto fuerte de la película reside en el desarrollo de los personajes y en la labor de los actores protagonistas. Ellos conducen la trama y definen el tono expresivo de cada secuencia, por lo que el trabajo del director está siempre encaminado a lograr la identificación con el público mediante los recursos propios de la imagen. Abundan los primeros planos y los planos medios, ya que los diálogos son habituales y buena parte de la película transcurre en el apartamento de la pareja. Las salidas a los demás escenarios están plenamente justificadas y adoptan un carácter narrativo, además de describir un entorno determinado como es la ciudad de Barcelona en su vertiente más próxima y cotidiana, sin caer en la tentación del embellecimiento postal. La cámara se sitúa en todo momento cerca de los personajes y prioriza el punto de vista de la futura madre, no en vano, Marques-Marcet escribe el guion junto a Coral Cruz y Clara Roquet (con quien ya había colaborado antes en 10.000 Km.)
En definitiva, el tercer largometraje de Carlos Marques-Marcet es una película sencilla en su forma pero de cierta complejidad temática, ya que se atreve a abordar el hecho de la procreación sin los consabidos edulcorantes. Lo que no significa que no haya momentos de interés visual, tanto en la planificación como en el montaje, puesto que Marques-Marcet es un cineasta conciso y atento que se adapta a las necesidades de la historia y despliega un estilo que, si bien no suele resultar evidente, sí ayuda a revelar en la pantalla el interior de los personajes. Esta es la principal virtud de Los días que vendrán y el motivo por el cual debería ser tenida en cuenta ahora y en el futuro, cuando sea oportuno buscar explicaciones a los bajos índices de natalidad y a los conflictos derivados de la vida en pareja.