El contador de cartas es un drama ambientado en el mundo de los naipes que reúne las virtudes de Schrader como retratista de las zonas oscuras del alma. La contención que aplica el director en sus mejores títulos alcanza aquí un grado de frialdad pocas veces visto antes, acorde con la personalidad del protagonista interpretado por Oscar Isaac. Del mismo modo que hacen los jugadores de póker, el actor es capaz de interrelacionarse con sus compañeros empleando los recursos mínimos del gesto y la palabra, a base de concentrar sus turbulencias íntimas bajo capas de moderación y silencio. Su voz en off apunta en ocasiones algún pensamiento, con prioridad para la mirada y la actitud frente a la cámara, en contraste con sus compañeros de reparto: Tiffany Haddish, Tye Sheridan y Willem Dafoe, este último un viejo camarada del director.
Schrader utiliza un estilo seco y conciso, que no añade más imágenes de las necesarias para desarrollar el relato y que alterna el tamaño de los encuadres para provocar reacciones determinadas, ya sea de aproximación acercando la cámara a los personajes en primer plano (como la escena en la que William le habla a Cirk sobre su experiencia en Abu Ghraib) o manteniendo distancia (las partidas en planos generales). Esta manera de filmar genera un clima que dificulta la empatía con los personajes, una reacción premeditada a la que contribuye la fotografía de claroscuros de Alexander Dynan, que repite con el director tras El reverendo, y la música atmosférica y a veces algo invasiva de Giancarlo Vulcano y Robert Levon Been. La aridez que exhibe El contador de cartas solo se rompe en situaciones muy puntuales, como el paseo nocturno en el jardín de luces, para abrir una grieta de esperanza en el conjunto que permita vislumbrar un final feliz. En las demás secuencias, Schrader mantiene un punto de vista equidistante que recurre al fuera de campo para no distraer al espectador de lo estrictamente esencial.
Es alentador comprobar que en sus últimos films, Paul Schrader está recuperando el brío de sus mejores trabajos después de una época bastante incierta. Así lo demuestra El contador de cartas, un ejemplo de madurez y de conocimiento del oficio que se beneficia de una buena historia y un actor entregado. A continuación, pueden escuchar una de las canciones compuestas para la banda sonora por Robert Levon Been. Relájense y disfruten: